Todo un Dios hecho niño, él se hace pequeño, se hace indefenso, para atraernos con amor, para tocar nuestros corazones con su humilde bondad; para conmover con su pobreza a quienes se esfuerzan por acumular los falsos tesoros de este mundo.
Navidad es tiempo de acunar al niño de Belén sobre unas pajas, en la humildad de un pesebre. Acunarlo sí, en el corazón humilde como el de María y José. También en el establo de nuestro pequeño corazón, pero lleno de amor nacerá Jesús. Que en nuestras comunidades, en nuestras familias y con nuestros amigos, cada día podamos acunar a este niño que viene a estar con los pobres, los sencillos, los humildes y olvidados de la sociedad.
“En Belén, solo se habla el lenguaje del amor” Beata María Emilia Riquelme.