“Id, pues y haced discípulos a todas las gentes, enseñándoles aguardar todo lo que yo os he enseñado” (Mt 28,19-20)
Toda la vivencia del discipulado se va arraigando en el estar a los pies del maestro, allí se aprende de él, su manera de ver la vida, de amar y entregarse, esta experiencia se vuelve aún más real, tocando la realidad donde Dios quiere llegar, a través de cada misionera.
Por tal motivo nuestras hermanas postulantes han sido enviadas a una experiencia misionera, la cual les ayudara a afianzar su opción por Jesucristo, a descubrir la alegría de la entrega a ejemplo de él, su pasión por la humanidad, por el reino, donde nadie queda excluido y todos caben en él corazón de Dios; quién no se guardó nada para sí, al contrario se dio todo sin fronteras, y nos enseñó que solo el amor derrite el hielo, rompe los muros y traspasa todo limite, si arde en nuestros corazones los deseos de que todos lo conozcan y descubran el gozo de tenerle.