Un regalo, un don, una llamada, una misión inscrita en el corazón, un fuego que arde con fuerza en el alma, que te mueve a hacerlo todo con pasión y a entregar la vida cada instante… esa es la VOCACIÓN.

Quien la descubre emprende un camino apasionante, porque se verá ante el amor de un Dios que llena todo vacío, que rebosa en ternura y misericordia; tendrá que enfrentar sus miedos, pulir sus virtudes, servir con sus talentos, amar intensamente con su propio corazón desde el corazón de Dios, arriesgar la vida sirviendo a los demás, renunciar a si mismo e incluso a lo más querido para encontrarlo todo, dejarse iluminar por el Evangelio  e ir contra corriente y abandonarse ante sus debilidades y fortalezas en las manos del Padre.

La vocación es un misterio que no logramos comprender con facilidad, realmente solo se vive, se experimenta y se responde. No tengas miedo de dejarte conquistar por el amor, de ahondar tus raíces en aquel que te ha amado primero, del que tú procedes  y a donde volverás. Porque  vale la pena arriesgarlo todo para encontrar la vida. Y así lo expresa nuestra querida Madre Fundadora al ver cumplida su vocación: “Pude seguir el impulso Divino que me apremiaba, despreciando el humano respeto y perdiendo mi pobre nada en Dios, que fue siempre mi todo.”