Beata Mª de los Ángeles Ginard Martí. Virgen y Mártir
La beata María de los Ángeles nació en Llucmajor (Baleares) el 3 de abril de 1894; fue la tercera de los nueve hijos de los mallorquines, Sebastián y Margarita. Desde niña se sintió inclinada a una profunda piedad cristina, fruto de la educación recibida de sus padres y pronto percibió la idea de consagrarse al Señor en la vida religiosa, siguiendo el ejemplo de las dos hermanas de su madre.
En la juventud, trabajó en las labores del hogar y también en los bordados del taller familiar, junto con sus hermanas.
Fue una joven alegre, amable y cordial. Sus ocupaciones no le impedían llevar una vida dedicada a la oración y a la práctica de los sacramentos. Madrugaba diariamente para asistir a la Eucaristía; pasaba ratos delante del Santísimo Sacramento expuesto en la capilla de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico de Mallorca; muy devota de María, a quien ofrecía diariamente el rezo del Rosario.
A los 18 años de edad, pidió a sus padres permiso para entrar en el convento de una de sus tías, pero éstos la hicieron esperar, con el fin de que lo pensase mejor y mientras, siguiera ayudando con su trabajo de fina bordadora al sostén de la familia.
Pasado ese tiempo, insistió en su petición y obtenida la autorización paterna ingresó en las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico, en Palma de Mallorca.
Su profundo amor a la Eucaristía fue el móvil que la llevó a esta congregación, fundada por el sacerdote mallorquín, el siervo de Dios Miguel Maura Montaner con la finalidad de adorar, desagraviar y servir a Jesús sacramentado, presente por amor entre nosotros.
El clima eucarístico en que vivió, perfiló su vida de consagrada, y fue una religiosa bondadosa, servicial, siempre con anhelos de santidad y de completa entrega al Dios-Amor, hasta el punto de manifestar abiertamente que su mayor gozo sería dar la vida por Jesucristo en el martirio.
Estuvo destinada en el convento de Madrid, calle Blanca de Navarra, 9, durante los años 1926 a 1929 y desde 1932 hasta su muerte; en ambos periodos ocupó el cargo de consejera de la superiora y de administradora de la comunidad.
Tranquila y serena vivió consciente la realidad del peligro de la persecución religiosa que se avecinaba en los años previos a la Guerra Civil de 1936 y cuando aquella empezó, lejos de atemorizarse, la beata María de los Ángeles, animaba a sus hermanas de comunidad a dar la vida por Cristo. Las alentaba a permanecer firmes en la fe y les decía: «Todo lo que nos pueden hacer a nosotras es matarnos...»
El 20 de julio de 1936 las religiosas tuvieron que dejar el convento vestidas de seglares, refugiándose en casas de amigos y vecinos. La beata María de los Ángeles fue acogida por los señores Medina-Ariza, en la calle Monte Esquinza, frente al convento. Desde este refugio vio con dolor cómo los milicianos se apoderaban de su casa religiosa y destruían las imágenes y los objetos de la capilla.
En esta situación estuvo hasta la tarde del 25 de agosto de 1936 en que milicianos de la FAI, alertados por el portero de la casa, la detuvieron. En el momento de apresarla, la Beata hizo el acto sublime de caridad de salvar la vida de una hermana de la señora de la casa, sosteniendo con firmeza que sólo ella era religiosa y a la única que debían arrestar.
Los milicianos la llevaron a la checa de Bellas Artes y al anochecer del día siguiente la condujeron a la Dehesa de la Villa, donde la fusilaron y dejaron abandonada. El Poder Judicial levantó el cadáver, en la mañana del día 27 de agosto de 1936, y lo enterró en el cementerio de la Almudena, en una fosa común.
Acabada la Guerra las Hnas. Celadoras del Culto Eucarístico trasladaron los restos a su panteón en el mismo cementerio y al iniciar el proceso de canonización en 1985, los trasladaron al convento de Blanca de Navarra nº 9 de Madrid, donde tiene su sepulcro.
Fue beatificada en la Basílica de San Pedro del vaticano el 29 de octubre de 2005. Su fiesta se celebra el 30 de agosto.